lunes, 8 de junio de 2009


La viña dio en mayo lo que la piedra le quitó en enero
La tormenta de diciembre arrasó con la producción de 9 mil hectáreas en General Alvear, Provincia de Mendoza. Por las altas temperaturas de estos meses se produjo un segundo rebrote.

En otoño aparecieron brotes nuevos y maduraron los frutos que luego fueron levantados.

Después de la feroz tormenta del 31 de diciembre de 2008, que diezmó alrededor de 9.000 hectáreas productivas de General Alvear, muchos de los agricultores perdieron las esperanzas.

Pero así como las fuerzas de la naturaleza se llevaron el esfuerzo de toda una vida, es la misma naturaleza la que marca el camino para resurgir. En pleno mayo, los productores que estuvieron sepultados bajo el granizo ahora están cosechando la uva.

“La cosecha fue insignificante pero ver el esfuerzo de la viña es algo sorprendente y dejar esa uva en la planta para que se perdiera era un pecado” dijo convencido Abel Mielnik (41) productor de La Escandinava.

En su propiedad, ubicada 3 kilómetros al norte de la ruta Nacional 188 por calle 19, el granizo arrasó con 15 hectáreas de durazno que “no sirven más, hay que erradicarlos” y castigó duramente la vid. Pero el tiempo que 5 meses atrás fue devastador, ahora acompañó brindando condiciones ideales para la sanidad de las plantas y especialmente la viña, lo que permitió un segundo rebrote y les abrió las puertas de la esperanza y la cosecha.

“Después de esa terrible tormenta en donde el granizo estuvo al menos dos días acumulado y todo parecía pleno invierno, la verdad es que no me esperaba esto”, dice el productor. Luego explica:

“Es todo lo que he hecho. No hice la secundaria y me dediqué por completo a la finca. Uno sabía y era consciente de la piedra pero no de la magnitud con que cayó el 31 de diciembre. Entonces, después de ver que no quedó nada nunca pensé que la viña iba a rebrotar. Hizo dos ciclos en uno. Entre setiembre y mayo tuvo dos brotaciones. Se puede decir que el tiempo así como fue malo tuvo su lado bueno”.

La opinión final de don Mielnik es compartida en todo sentido por Jorge Komaszczuk (44), otro de los productores cuya propiedad quedó en el ojo de la tormenta y sufrió los peores daños: “La nobleza de la viña es increíble”.

Al igual que su vecino, Jorge padeció la voracidad de la tormenta. Situado en calle 22 y E y en calle 19 la producción de ambas fincas resultaron con daños de 100%.

“Me llevó todo. Las plantaciones de durazno y damasco directamente las estoy erradicando, está todo seco. Y lo que parecía imposible comenzó a pasar. Las 8 hectáreas de viñas empezaron a tirar nuevos brotes y tuvimos la oportunidad de cosechar en mayo. Además la sanidad de la planta fue tremenda, los sarmientos están hermosos. Se puede decir que donde más daño provocó la piedra más uva saqué” expresó con regocijo el agricultor.

“Aunque la cosecha fue escasa saqué 4.000 kg de unos 30.000 que esperaba”. Dice que esta situación abre las perspectivas para la próxima temporada: “El año que viene uno con la viña puede salvar al menos los costos”.

En la visión de Komaszczuk, un “chacarero neto” como se denominó, esta situación es para destacar en un momento en que están obligados a replantearse el futuro de la agricultura. “Hay que apostar un poco más a la viña. La vid siempre se defiende. Para plantar otros frutales hay que esperar como mínimo 5 años”, remarcó.

Invierno en diciembre

Aquel fatídico día, a eso de las 6 de la tarde, una supercelda granicera abarcó desde el distrito de San Pedro del Atuel, al sur de la ciudad, para terminar de descargar y con mayor virulencia en Bowen, 20 km al este de General Alvear.

La piedra que precipitó por espacio de 30 minutos cubrió por completo el suelo con una acumulación que alcanzó los 30 cm de granizo lo que dejó inmerso a ambos distritos en un invierno anticipado.

La tormenta fue acompañada por fuertes lluvias y vientos huracanados que voló los techos en viviendas, galpones y escuelas. También arrancó postes telefónicos y de energía eléctrica y dejó cientos de árboles tendidos en el piso o sobre casas de familia y automóviles particulares.

En el sector productivo se vieron afectadas casi 9.000 hectáreas con daños entre 90% y 100%, correspondientes a 1.100 productores.

Mientras tanto y en medio de la crisis, la bodega cooperativa La Bowense abrió sus puertas y está recibiendo la uva cosechada durante el mes de mayo.

FUENTE: DIARIO LOS ANDES, 29 de mayo de 2009.

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