lunes, 16 de noviembre de 2009

BODEGAS GIOL, HISTORIA, ORGULLO Y OLVIDO

Fue un hito de la vitivinicultura local, Sin embargo, falta apoyo para su recuperación patrimonial.

Para la celebración del centenario de la República Argentina, en 1910, era considerada la bodega más grande del mundo y la historia de sus hacedores, dos humildes inmigrantes, era famosa dentro y fuera del país.

Hablamos de Bodegas y Viñedos Giol, que ocupó en medio del corazón de Maipú alrededor de 260 hectáreas y que aún hoy, 112 años después de su inauguración, en 1897, muestra la magnitud de este gigante de la vitivinicultura.

Nacida de la sociedad entre Bautista Gerónimo Gargantini y Juan Giol, fue un establecimiento construido a medida que aumentaba la producción de vino, es decir las ganancias se invertían en maquinarias, galpones, nuevas viñas, etcétera. Esto significó que Giol, en 1911, con la dirección técnica de Tobías Noseda y el contador Iride Marelli, lograra elaborar la mitad de los vinos argentinos.

De la gloria del emprendimiento quedan en pie las casas de sus fundadores sobre la calle Ozamis, el cuerpo principal de la bodega, conocida en su época como La Colina de Oro, hoy propiedad de la Cooperativa Lumai, en calle Herrero, y los piletones de 8.000 hectolitros que ahora ocupan los archivos del Poder Judicial sobre el carril Maza.

Cada uno de estos lugares encierra en sí mismos un altísimo valor patrimonial para Mendoza. Pero lamentablemente el descuido de quienes administraron la bodega luego de su venta en el año 1954, más el paso del tiempo, hicieron estragos.

Para muestra basta un botón. En la casa Gargantini colocaron varios acondicionadores de aire y alfombras, sacaron los artefactos de los baños superiores traídos desde Europa, desaparecieron varios muebles originales, como el billar que había en la sala de juego. Y a la residencia Giol no le fue mejor. Se llovieron los techos, los desagües están tapados y los pisos se hunden.

Pero lo más triste quizás es lo que ocurre en torno a la antigua bodega. Allí, una disputa judicial que aún no termina colaboró para que el lugar donde todo empezó esté en algunos sectores tapiado, luego de varios robos y saqueos.

Por eso desde el Municipio de Maipú aseguran que están trabajando en la recuperación de la marca Giol, entendiendo este concepto como rescate del perfil productor agrícola de esa zona. Eso en la práctica significa la colocación de oficinas del INTA, INV, Fondo para la Transformación y el Crecimiento y Dirección de Pymes, donde funcionaban las oficinas jurídicas de la bodega.

Eduardo Mezzabota, secretario de Obras de esa Comuna, dijo que “nos hemos ido ocupando poco a poco del remanente Giol, porque la zona está muy deprimida. Primero hicimos el Parque Metropolitano, donde estaban los viñedos de la bodega, 180ha conocidos como Vinlandia. Después recuperamos la casa Gargantini, donde hoy funciona el Museo Nacional del Vino. Hemos iniciado la construcción del Centro de Estudios Superiores, donde estaban las vasijas, y estamos trabajando en el arreglo de la casa Giol. Todo esto en un plan más amplio que llamamos Área Giol, que incluye por ejemplo un hotel 4 estrellas para el cual hemos salido a pedir financiamiento de la Nación para los estudios de prefactibilidad”.

Sin embargo, el funcionario no se animó a contestar sobre cuándo terminarán el ambicioso proyecto, ya que, indicó, "la crisis paró todo".

Otro dato llamativo sobre Giol es que no existen publicaciones en las que esté condensada toda la historia en detalle, desde su nacimiento hasta la actualidad. De hecho, el relato utilizado oficialmente para las guías en el Museo Nacional del Vino está basado en el trabajo de la arquitecta Liliana Girini, quien tiene terminado un libro desde hace varios años pero aún no consigue financiamiento para su impresión.

Además, las imágenes disponibles en la Junta de Estudios Históricos o el Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo son muy similares entre sí, mientras que las fotos de épocas más recientes están en manos de particulares, como las exhibidas en una clínica privada de Maipú.

Un poco de historia

1887. Juan Giol y Bautista Gargantini se asociaron ese año y compraron 33 hectáreas en Maipú para darle vida a su proyecto vitivinícola. De inmediato procedieron a construir la bodega La Colina de Oro, que elaboró sus primeros vinos hacia 1898. De 1904 a 1910 anexaron más de 7.000ha de viñas, compraron bodegas en Russell y construyeron otra bodega en Rivadavia.

1910. Pasó de producir 40.000 hectolitros a elaborar 300.000, siendo ésta la mitad de los vinos del país. Contaba con 8 sótanos, 1.000 cubas y toneles de roble, 2 piletas para cortes de 4.000 cascos ( 200 litros cada uno), 270 cubas de fermentación. Trabajan allí 400 operarios, que hicieron sus viviendas en los alrededores de la empresa, desarrollando urbanísticamente al departamento de Maipú.

1911. En pleno apogeo de la empresa, Bautista Gargantini decidió retirarse amigablemente de la sociedad y regresar a su pueblo, el cantón suizo Ticino. Por escritura del 21 de junio disolvieron la sociedad, cuyo capital social ascendía a la suma de diez millones de pesos moneda nacional, distribuidos en bienes raíces, vinos, bienes muebles y dinero en cuentas bancarias.

Una vez disuelta la sociedad, Juan Giol se dispuso a seguir adelante con la dirección industrial y comercial de la empresa. Para ello formó una sociedad anónima con el apoyo del Banco Español del Río de la Plata.

1915. Luego de un viaje a Udine, Italia, Giol decide vender su empresa al banco y regresar definitivamente a su patria.

1954. Ante dificultades financieras, el Banco Español vendió el 51 % del paquete accionario al Estado provincial, gobernado por Carlos Evans.

1964. El Estado se hizo cargo totalmente de Giol para deshacerse de ella en 1988.


Fuente: Diario de Cuyo

1 comentario:

  1. Muy buen artículo José, te doy una dirección para actualizarte:
    http://bodegasgiol.blogspot.com/2010/02/exageraciones-y-mentiras.html
    Vicente.

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